Lavinia nunca había sido muy afortunada con los hombres.
Después de dos fracasos matrimoniales, conoció al que parecía ser el amor
definitivo de su vida, Alberto: se amaron, compartieron tiempo y aficiones, se
rieron juntos, lloraron al mismo compás… Parecían la pareja perfecta. Vivieron
años de dicha hasta que un buen día él empezó a hablarle de sus más secretas
fantasías. Deseaba verla con otro hombre. Ella al principio se lo tomó a broma,
introducían a ese tercero en sus diálogos amorosos y creía que eso sería
suficiente para él, pero Alberto seguía insistiendo y le pedía que lo hicieran
realidad. Ella le dijo que le dejara tiempo, no quería compartir su intimidad
con cualquiera, tenía que encontrar a la persona adecuada, alguien al que de
verdad pudiera desear. Así que se esforzó en mirar a su alrededor y estuvo muy
atenta a la búsqueda de un varón que pudiera despertar sus afanes. No era fácil,
una mujer cuando se enamora suele permanecer ciega a los encantos de los demás
mortales. Lavinia se esforzó, imaginó, desechó a uno, descartó a otros… Cuando
estaba a punto de tirar la toalla, apareció Ernesto en su horizonte vital,
sintió un revoloteo en sus emociones y empezó a frecuentarlo y, poco a poco se
fue prendando de él. Y sí, al poco tiempo surgió la intimidad entre ellos pero
fue exclusiva y dejó a Alberto compuesto y sin trío y muerto de rabia por la
pérdida de su gran amor.
Por querer abarcar tanto... Alberto se quedó compuesto y sin novia... Qué tontos que son algunos! Muy bien Lu, ya veo que te estás lanzando. A ver si la próxima soy yo, que ando con uno entre manos(relato, se entiende)y ahí estoy estancada.
ResponderEliminarJaja, ¿así que andas con uno entre manos? Tu aclaración delata tus sentimientos inconscientes.
ResponderEliminarJajajaja, tienes razón...
EliminarJolín, vaya racha!! Ya no te puedes quejar del abandono de las musas, todo es ponerse...Sigo sin ordenador y sin escribir comentarios.
ResponderEliminarMAlén
Gracias, Maga. Necesitas urgentemente una reparación o un ordenador nuevo. Te echamos mucho de menos. Un abrazo.
ResponderEliminarOlé, Lu. Como dice Malén, todo es ponerse.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, este Alberto ¿se las quería dar de Grey? Porque le salió el tiro por la culata...
Gracias, Rafa. Un abrazo.
EliminarE inevitablemente surge la pregunta: ¿Por qué somos tan tontos los hombres?.
ResponderEliminarMe encantó el micro, Lucrecia. Un abrazo
Gracias, Reca. Me gustaría tener la respuesta a tu pregunta pero no es así. Un abrazo.
ResponderEliminarSi es que un trio, no es nada bueno... Muy simpática la historia Lu.
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