domingo, 25 de diciembre de 2011

RUDOLPH

No empecé a trabajar con Klaus hasta finales del siglo XIX. Al principio fui su preferido, por ello me situaba como guía del resto de la manada y porque he de confesarles... era diferente, no sé si me entienden. Yo nací en el desierto de Gobi, pero ya de jovencito me di cuenta que era diferente a los demás y los demás tampoco ayudaban a integrarme, así que me fui a Suomi (Finlandia) y me hice la operación, dejé de ser camello para ser reno. Para los curiosos aclararé que la cornamenta no es de hueso, sino de madera-cemento: virutas de madera de quintas del cabo Norte, mezcladas con cemento CEM-IIIa, pulidas y tostadas con ceniza de Ipé y vodka de Warswa; un trabajo fino hecho por un ebanista de Murmansk emigrado a Helsinki tras la perestroika de Gorbachov.
     Pero había un problema, como necesitaba mucho dinero para la operación, tuve que ponerme a trabajar de porteador en el más sufrido de los trabajos de la época en la zona, que no era otro que siendo camello de los reyes magos. No fueron malos tiempos, aunque el trabajo era duro porque la carga sólo nos la repartíamos entre tres, mientras que con Klaus era entre nueve. Pero ni punto de comparación oigan, En Laponia no existe sentido del humor porque se te congela la sonrisa, pero la gente es mucho más feliz porque hasta los renos tienen reconocidos sus derechos laborales por medio de un convenio laboral justo y ecuánime.
     No les sentó nada bien a los reyes magos que les pidiera el finiquito y me largara sin avisar a trabajar con la competencia, pero entiendan que en los países de oriente medio a lo máximo que podía aspirar alguien como yo era a un poco de alfalfa y mucho pienso. Por eso me pusieron una demanda laboral por incumplimiento de contrato; un contrato falso, por cierto, porque estos reyezuelos corruptos tienen muchos contactos e influencias con la clase legislativa de sus reinos, de hecho  suelen ser familiares suyos. Esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia regia. Desde entonces esto no ha parado y ha acabado en una querella en el juzgado de lo civil y a mis compañeros y a mí hacinados en unas dependencias municipales sin condiciones algunas de confort y salubridad mínimas.
     Por eso hemos decidido marcharnos en silencio, sin hacer ruido, como estamos acostumbrados a hacer. Esto no pretende ser una nota exculpatoria, pero mis hermanos de fatigas y yo no queremos tampoco que se calumnie a nadie.

3 comentarios:

  1. Quñe bueno, no estaría mal que llegará a quienes todos estamos pensando... jajaja, siempre genial, Eufrasio.

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  2. El texto es de rabiosa actualidad, desde luego.

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