lunes, 25 de julio de 2011

Tarde de estío: segundo acto.

Levanta la cabeza y dirige su mirada hacia la ventana, sonríe en silencio y se mesa el lóbulo izquierdo de la oreja; se zambulle de nuevo en la lectura y exclama un profundo y larguísimo ooooooooooooooooh. El sesgo de los largos rayos del ocaso del sol me descubren un color ocre de su piel que desconocía hasta hoy. Se ha erizado, ¿será de placer? Sigo esperando.

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