miércoles, 4 de mayo de 2011

LA COMPLICIDAD DE LAURA Y LA MAR. Fina Fernández

             Laura se encuentra en su rincón favorito mirando la mar, ese mar del cantábrico que la conoce tan bien. Su madre nunca entendió como la podía atraer tanto, después de recibir tanto dolor de ella. La mar se quedó con su padre siendo ella muy niña, también con  su marido hace ya tantos años, pero a pesar de todo había complicidad entre ellas.
            Cuando le rebato a su marido, no pudiendo resistir estar sin su amado, una noche de verano decidió ir en su búsqueda. Ese día la mar estaba furiosa, rugía como queriendo alejar a cualquiera que se le acercara, sus olas se balanceaban con rabia arriba y abajo. Pero Laura no la quiso escuchar, se lanzo en ella con la misma rabia que desprendía sus olas furiosas, intentó hundirse entre las profundidades buscando que la llevara con su marido. Ante la desesperación de Laura, la mar se apenó de ella y entre sus brazos la recogió acunándola como una madre acuna a su bebe para tranquilizarlo, la llevó hasta la orilla intentando calmarla y calmándose ella. Laura se levanta estando ya en la orilla, se da la vuelta y la maldice por no acogerla como acogió a su padre y a su marido.

            Desde aquel día la visitaba todas las semanas, al principio para maldecidla, pero después era como la amiga que le cuentas todas tus alegrías y penas. Así supo la mar del cantábrico que Laura se volvió a casar y tuvo unos niños preciosos que se los llevaba todos los veranos. Que era muy feliz. Laura mira a la mar embelesada, había cierta complicidad entre ellas.

Desde su enfermedad  decidió que no quería acabar sus días en la cama de un hospital. Su vida había sido larga, su segundo marido hacía años que había muerto. Dejo una carta escrita a sus hijos, había tomado su decisión. Hoy se quiere despedir de esa gran amiga que un día hace ya muchos años la devolvió a la orilla, esperando que hoy la acoja entre sus brazos acunándola hasta el fondo de su ser.

4 comentarios:

  1. Fina, deberías revisar los tiempos verbales y alguna que otra faltilla ortográfica no capital. Me gusta ese final sutil que has escrito.

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  2. Triste historia, espero que la mar la acoja en su seno, se lo merece...

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