miércoles, 23 de marzo de 2011

Maria Gertrudis Torres Mazón, BENJAMIN Y GAVIOTA

No podía decir que la odiara y que tampoco la quisiera, no podía decir que fuera una amiga o conocida, simplemente podía decir que el destino la puso en su vida, tal vez inequívocamente pues las prisas son malas consejeras ... y últimamente hasta el tiempo parece tener prisa, por casualidad o por condición.
Todo en ella era despotismo, al menos así lo veía el, y un riguroso afán de protagonismo.
Recordaba aquel día que la conoció como uno de esos acontecimientos de la vida que te dejan marcado para siempre. Fue una tarde de un mes cualquiera, no hubo palabras solo un pequeño saludo y un golpecito en la espalda, esa fue la primera vez que la vio y con un ligero movimiento mostró su nombre Gaviota. Es cierto que el nombre dice mucho, la forma en que alguien se nos presenta debería de bastarnos para darnos cuenta de quien es verdaderamente, pero no tenemos esa capacidad para descifrar con un simple nombre la idea de quien es su dueño.
Gaviota pasó a ser parte de la vida de Benjamín, desde el primer instante en que alguien se nos acerca y nos dice algo ya pasamos a ser parte de su vida, si alguien te pregunta si conoces una calle tu le indicas o le dices que no sabes la ubicación exacta pero ya le diriges hacia un lugar formando así parte de su bibliografía, quizás busque esa calle para encontrarse con alguien querido, o tal vez para enfrentarse con alguna situación que pasará a formar historia en su vida.
Desde aquel día Gaviota y Benjamín comenzaron una convivencia que años mas tarde les cambiaria la vida para siempre.
Benjamín era un enamorado del mar, le encantaba imaginarse descalzo por la fría arena del mes de Enero y por las tibias aguas del mes de Agosto, le gustaba encandilarse con el aroma que la brisa le brindaba cada mañana, al abrir la pequeña ventana entraba sigilosamente y se dejaba notar con el movimiento acompasado de los visillos.
Era lo mejor de cada día, era el regalo que el mar le hacia a Benjamín para que quedara preso de sus encantos y por supuesto pasaba así siempre no había ni un solo día que no le brindara tan majestuoso saludo.
Gaviota era distinta, y aunque también le gustaba el mar a ella nunca se le declaraba con tan impetuosos saludos y desconocía sus secretos y su magia.
Para ella solo era agua y arena, calma y tormenta, nunca pensó en él como algo vivo, ni se atrevió a buscar en el fondo de sus entrañas para ver que había en ellas.
Benjamín recordaba como eran sus días antes de que Gaviota llegara a formar parte de su existencia, Germán iba todas las tardes a visitarle y juntos cruzaban el infinito azul del mar mediterráneo, en esos paseos tenían tiempo de charlar y Germán le contaba a Benjamín sus pequeñas vivencias de cada día, a veces en las calmadas noches de Julio cuando el cielo estaba tan repleto de estrellas, Germán se quedaba con Benjamín y los dos se dejaban mecer con el vaivén de las olas para quedarse dormidos.
Todos aquellos recuerdos le mantenían con la esperanza de poder volver a ver algún día a su amigo Germán, pero el tiempo pasaba y no le devolvía su presencia.
Benjamín pensaba que toda la culpa era de Gaviota, desde que ella llegó a su lado todo había cambiado, toda la gente le rendía piropos y la cuidaban como a una niña mimada; en cambio nadie se percataba de la presencia de Benjamín, quizás fuera por que estaba un poco sucio debido al poco cuidado que le ofrecían, pero la verdad (pensaba) es que Gaviota, aunque fuera orgullosa y prepotente, tenía que reconocer que era preciosa.
Benjamín tenía decidido marcharse, pero ¿cómo? sin la ayuda de Germán no podría hacerlo ¿Por qué no venía a visitarlo?,¿Qué estaba sucediendo?
A veces en las tardes de Domingo cuando la gente paseaba por el puerto se detenían frente a él y comenzaban a reírse o a ridiculizarlo, la verdad es que la imagen de Benjamín se deterioraba a pasos agigantados, como tiempo atrás le había sucedido a Germán, recordaba el último día que estuvo con él su cara estaba pálida y sus ojos reflejaban un cansancio impropio de un hombre fuerte y vigoroso.
Benjamín estaba cansado, cansado de esperar y de aguantar a la hipócrita y engreída de Gaviota, notaba como sus huesos crujían con el movimiento siempre imparable del ir y venir de las olas. Quizás era el momento de abandonar, le vino a la mente las últimas palabras de Germán – acuérdate de esto Benjamín, el día que yo falte nadie vendrá a estar contigo, la gente ya no quiere a las viejas glorias, sino a la alta tecnología y solo piensan en trabajar menos y disfrutar más, claro que eso depende como se mire, porque para mí quedan los buenos momentos que hemos pasado juntos amigo mío.

Era una tarde de agosto, el sol quería ponerse para dar paso a la noche, pero se mostraba perezoso. Un matrimonio joven con dos niños llegaron para visitar a Gaviota, la cual relucía su inmaculada blancura, mientras que al lado Benjamín se mostraba sucio, quebrantado, sin brillo alguno, pues hacia años que nadie se acercaba a cuidarle. Primero subió el hombre, después la mujer y luego ayudados por una mano fuerte los niños, todos estaban contentos y parecían no percatarse de la tristeza que invadía a Benjamín.
Cuando ya estaban todos a bordo Gaviota arrancó mostrando su inmaculada silueta y dejándose sentir con su majestuoso motor. El agua del mar comenzó a dibujar garabatos de espuma, a lo lejos Benjamín pudo escuchar unos susurros de un niño que la brisa le regalaba – mira papá el velero del abuelo Germán esta muy viejo ¿se morirá igual que él?
Benjamín no entendía aquellas palabras, ni su concepto, solo comprendió que el mar le seguiría regalando cada mañana su aroma.

5 comentarios:

  1. El último párrafo es un relato en sí mismo. Has descrito muy bien la fábula del juguete viejo y el juguete nuevo. Es un poco largo, pero se lee muy bien.

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  2. Yo no me puedo quejar de lo de largo porque soy de las que me paso todas las semanas. Me ha gustado muchísimo, es sútil y está perfectamente redactado. Enhorabuena paisana!

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  3. Pues yo seré la nota discordante. Creo María que tienes un gran potencial literario y que se te escapan las palabras, hermosas casi siempre. La historia es también muy buena. Sin embargo yo le veo algunos defectos de forma que, al ser tan largo, son difíciles de comentar. Por poner un ejemplo, ¿estás segura de que quieres decir "inequívocamente", porque el sentido parece ser el contrario.

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  4. Opino como Fernando. Me quedo con el último párrafo.

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  5. Hola familia despues de tirarme horas para crearme una cuenta de gmail por fin puedo hablar con vosotros y ser seguidora. Gracias a todos y todas por vuestros comentarios, y es verdad lucrecia creo que esa palabra está mal puesta, y también que me enrollo mucho, mi padre dice que recargo mucho las frases, en fin poco a poco. Ah y me encanta esta pagina. un beso pa toos.

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